lunes, 17 de octubre de 2016

Juan Vázquez Aranda - CNT de Álora



“El que cree en la verdad, vive siempre” Esta frase era su epitafio. 
Para él era una gran verdad, la mejor y más justa de las formas de vida; el anarquismo. 
Anarcosindicalista hasta la médula: “el día en que muera me tenéis que envolver en esta hermosa bandera”, decía. Y así lo hicimos, porque así lo quiso.
Anarquía, que gran palabra, muchos “intelectuales” la utilizan para definir el caos, profanando y adulterando su bello e infinito significado.
Juan Vázquez Aranda, mi abuelo, toda mi familia nos sentimos orgullosos del gran ser humano que fue. Condenado a vivir bajo la intolerancia y el despotismo que caracteriza al fascismo. Condenado a ver cómo iban cayendo sus compañeros asesinados a sangre fría por pensar diferente, por quienes destruyeron a la fuerza lo que el pueblo había elegido mayoritariamente. Hijo de una humilde familia, albañil de profesión, con un nivel cultural e intelecto más elevado de lo que uno podría esperar de alguien sin estudios académicos. Aficionado  a la lectura, y músico y por supuesto fuente de enriquecimiento para cualquier ser humano. Miembro del sindicato CNT de Alora, de la que fue vocal. 
A decir verdad, poco fue el tiempo en que pudimos disfrutar de su presencia y principalmente sus nietos. Lamentablemente poca es la información que tenemos almacenada de su vida. Condenado a muerte al menos en dos ocasiones, víctima de un entramado poco sostenible, para poder quitarlo de en medio  Aunque si eras “rojo" en esos momentos, era suficiente, y si además eras de CNT… pertenecer a este gran sindicato era suficiente. Orgullosos nos debemos sentir al pertenecer al más grande y justo de cuantos sindicatos puedan existir.
Persona que odiaba la violencia, aunque, a veces, el sistema te incite a ello.
Nació en 1905 y falleció en 1979 a la edad de 74 años. Igualmente perteneció a la F.A.I, Federación anarquista ibérica.
Pudo cumplir una ilusión que era la de refundar el sindicato de CNT de Alora en 1978.
El tristemente día en que sucedió lo del genocidio de la carretera de la muerte, huían hacía Almería. Mi abuela embarazada de mi padre, sus dos hijos y mi abuelo. Allí ocurrió algo terrible: mucha gente indefensa fue bombardeada y masacrada sin compasión. Mi abuela llevaba en brazos al segundo de sus hijos, mi abuelo, al mayor. Mi abuela consiguió subirse a un camión, pero mi abuelo quedo apeado, con su primogénito, sin poderse subir. Ella se quiso apear, y él desde abajo, la persuadió para que no lo hiciera. En el caos del bombardeo perdió al primogénito, que no apareció hasta 4 años más tarde. Mi abuela lo creía muerto. El contaba que no podría aparecer por el pueblo sin su hijo. Tras 4 años de búsqueda por la costa mediterránea, se lo encontró en una masía del Pirineos catalán. Una vez hallado, volvió junto a su familia, a sabiendas que lo que le esperaba, penas de muerte injustificadas, destierro y humillaciones de toda índole…. De sobra es conocida la manera de actuar de aquellos fascistas, e inclusive de estos de ahora. Pero a eso no le daba importancia, en comparación con la enorme alegría que explotaría en cada uno de los corazones de esa familia humilde. Mi familia que llena de valores, no dejaría ni un solo instante en ponerlos en práctica e ir enriqueciéndonos con el mayor de los tesoros, valores que van quedando muy arraigados en lo más profundo del alma, esos que te hacen ser mejor persona, estar siempre del lado del más desprotegido, aportar ese granito de arena para combatir las injusticias y pensar en todo momento que un mundo mejor aún es posible. El hecho es que de su recuerdo, aquel saber estar, templanza y armonía que transmitía, me hace mucho pensar en ello hoy por hoy, ya que entonces no tenía la madurez suficiente para valorar sus enseñanzas como me hubiese gustado. Cerrando los ojos puedo verlo e incluido oírlo: “Juanito, estudia, lee, absorbe…”
Puede que, una de las condenas de muerte se haya derivado de la acusación de asesinato por parte de alguien de nuestro pueblo. Y sinceramente me cuesta creer que alguien como él pudiera matar a nadie, de lo que se, salvo alguna que otro vida independientemente de ideología.
Pues bien, esta mujer, que le acuso, había escondido a su marido para luego acusar mi abuelo de haberle matado. El día del juicio tuvo la desfachatez de presentarse allí con su marido,  rezagados en una esquina de la sala. (Vamos una historia de Stephen King)
Sufrió destierro y todas esas humillaciones que la sociedad puede llegar a ocasionar. No olvidemos que es un rojo: cuidado que no te vean mucho con el… Víctima de una ideología totalitaria, claro está. Y ante eso tenía un millón de razones para seguir adelante, aún bajo esas condiciones tan desfavorables. Por cierto, una e esas del millón de razones, se vio plasmada el día en que murió el mayor asesino de la historia después de Hitler. Pues el día que murió Franco, dijo: “Ya me puedo morir tranquilo, he llevado a este hijo de p…. a la tumba.
Como digo, tuvo que padecer muchas humillaciones, fingir, y bajo ningún concepto exteriorizar  sentimiento alguno, ¡hermetismo absoluto!
Recuerdo también las reuniones clandestinas, también alguno de sus compañeros “Juan el perote”, Molero, Felipe Ceceño, este último en 2 ocasiones, ya que estaba exiliado en Francia, concretamente en Toulouse, era también encargado de mandar propaganda anarcosindical desde el país vecino. Y como es lógico, cada vez que venía, se hacía una asamblea extraordinaria, se reunían en el patio de la casa de mi abuelo. Allí asistíamos la nueva guardia y éramos mayoría, debido a la desgracia del exterminio que padecieron nuestros mayores, sobre todo los de la CNT. Y la verdad, es que poco más puedo contar.
A groso modo podemos imaginar todo lo que tuvieron que padecer para conseguir todo cuanto consiguieron. Todo eso que hemos perdido, y nos siguen arrebatando, debido mayormente a la pasividad de esta, nuestra sociedad. Pero eso sí, las minorías revolucionarias, aun siendo minoría, somos temidos. Así que la lucha es lo que nos queda, y no debemos descansar jamás,




Testimonio familiar de su nieto Juan Sebastián Vásquez Martin.

Fuente documental Archivo Histórico de la CNT de Málaga, conservados en el Archivo Histórico Provincial.

 

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